¿Cuántos tipos diferentes de fuerzas poseemos?


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El ser humano tiene, en diferentes grados y tipos, una variedad importante de puntos fuertes. Estas características positivas de la personalidad son vistas como "quienes somos", en otras palabras, ellas forman parte de nuestra identidad esencial. Veamos un desglose de varios ejemplos de fortalezas que poseemos.


Talentos: son las fortalezas que poseemos en forma de habilidades innatas, normalmente tienen una carga biológica fuerte y pueden o no estar bien desarrolladas, por ejemplo la inteligencia, la habilidad para desenvolverse en determinada actividad, la capacidad atlética, etc.

Habilidades: son competencias específicas desarrolladas a través de la formación, por ejemplo, el aprendizaje de una actividad o el desenvolvimiento de diferentes destrezas.

Intereses: son los puntos fuertes en las áreas o temas que nos apasionan, como el trabajo, la práctica de algún deporte, las aficiones particulares, etc.

Valores: son creencias duraderas, principios o ideales que son de vital importancia para nosotros. Los valores residen en los pensamientos y sentimientos, como por ejemplo el valor de la familia y el trabajo.

Formas de aprendizaje: son las ideas o hipótesis sobre cómo nos acercamos a los nuevos componentes del aprendizaje, por ejemplo, se puede ser más reflexivo a la hora de aprender sobre un tema en particular, o podemos ser más interpersonales en su estilo, ya que deseamos recibir nuevas enseñanzas a través de la dialéctica en lugar de la lectura.

Recursos: es el único tipo de fuerza que es externo. Son nuestros apoyos circundantes tales como las conexiones sociales y quienes conviven en nuestro entorno.

Fortalezas del carácter: son las capacidades para pensar, sentir, desear y de comportarse. Es el reflejo de lo que somos y pueden ser vistas como parte de nuestra identidad positiva. El afán de justicia, la esperanza, la bondad y la capacidad de liderazgo son algunos ejemplos de este tipo de fuerza.


Una categoría que sirve como motor

La última de las mencionadas, las fortalezas del carácter, en muchos casos trasciende su categoría y sirve para apuntalar a las otras fortalezas. A menudo es la fuerza impulsora, por ejemplo es común utilizar la esperanza como desarrolladora de una nueva habilidad en el trabajo, la curiosidad para explorar un área de interés o la gratitud y la bondad para aprovechar los recursos externos. Indudablemente, las fortalezas del carácter nos ayudan a hacer fuertes a la mayoría de las otras fortalezas.

A lo largo del tiempo a medida que envejecemos, algunas de estas fuerzas pueden variar, por ejemplo, nuestros talentos pueden ser malgastados, nuestras habilidades probablemente disminuirán, nuestros recursos cambian o se pueden perder. Pero cuando nos centramos en nuestras fortalezas del carácter, éstas se desarrollan, evolucionan y se pueden integrar con las otras cualidades positivas para contribuir a un mejor funcionamiento de ambas.