La reformulación de la autoestima


El modo en que se utiliza el término autoestima es, muchas veces, inapropiado. La expresión “auto” quiere decir que viene de uno mismo. Sin embargo, si prestamos un poco de atención, nos encontramos con que la mayoría de las personas la busca fuera de sí. Por ejemplo, para un estudiante podría venir de buenas calificaciones, para un empresario o trabajador de un aumento en sus ingresos. Es decir, para la mayoría de los individuos, el elogio o reconocimiento proporcionan un aumento temporal de su propio aprecio.


autoestima

Nuestra sociedad genera millones en ingresos induciendo a la gente a buscar soluciones rápidas para sentirse mejor. Sin embargo, ninguna de ellas contribuye ni un ápice y, en muchos casos, terminan logrando el efecto contrario.

Esto nos enfrenta a un dilema: lo que llamamos autoestima, paradójicamente, lo buscamos en fuentes externas.
Es cierto que al sentirnos aprobados o valorados por los demás puede hacernos sentir bien, pero si traicionamos nuestro auténtico ser por alcanzar estos resultados, estamos diezmando nuestra genuina autoestima. Es decir, el auto se subordina a las consideraciones de los demás.

Nuestra cultura nos induce a ocultar aspectos de nuestro ser genuino y a presentar a los demás la persona que pensamos que aprobarán. Cuando actuamos de esta manera estamos juzgándonos a nosotros mismos en base a lo que pensamos de cómo nos ven otras personas.

Sin embargo, la estima debe generarse desde adentro, para luego irradiar hacia afuera. Cuando nos enfocamos en el exterior para su aprobación, estamos buscando en el lugar equivocado. Y, al hacerlo, nos subordinaremos a un vano intento por ser felices.
Es más, cuando establecemos este concepto de aprobación, también estamos creando cuestiones en torno al rechazo. Y el concepto de rechazo puede ser muy engañoso. Con una autoestima saludable, no se considera el rechazo. En cambio, cuando buscamos la aprobación de los demás, en realidad estamos rechazando nuestro propio “auto”.

Asimismo, cuando no somos aprobados por los demás, tenemos la costumbre de pensar que fuimos rechazados. Pero en realidad, nos hemos rechazado nosotros mismos cuando pusimos a otras personas como nuestros jueces. El grado en que somos reactivos a las opiniones de los demás está inversamente relacionado con nuestro nivel de autoestima.


La reformulación de la autoestima

La clave para una poderosa autoestima se encuentra en comprender nuestras vulnerabilidades –miedos e inseguridades- al hacerlo, nos estamos librando de crear a terceros como nuestros inquisidores. Además, estaríamos reformulando nuestras expectativas culturales de felicidad.

La mayoría de los padres piensan que no invierten a fondo en la autoestima de sus hijos, sin embargo, muchos de ellos no comprenden bien lo que es.
Si un estudiante se deprime por una mala calificación, está muy claro que su autoestima está supeditada a su desempeño. El rendimiento debería ser visto como la guinda del pastel, pero el pastel, por así decirlo, sería la relación con su "auto".
Del mismo modo, el rendimiento atlético o capacidad de estudio son cosas que, comprensiblemente, podemos alentar en nuestros hijos, ya que cuando se ponen en la perspectiva adecuada, estos factores podrían mejorar sus vidas. Pero es fundamental que no sean las piedras angulares de cómo se ven a sí mismos. Porque en ese caso, el estudiante promedio o el atleta mediocre serán privados de una apropiada autoestima.



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