La sorprendente diversidad de las caras humanas


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Con más de siete mil millones de personas poblando el planeta, pareciera que no hay dos caras iguales. ¿Es esta diversidad facial exclusiva de los seres humanos, u otras especies también tienen una variedad tan amplia?

La respuesta es que los humanos somos los únicos en el reino animal en cuanto a la tremenda diversidad de rostros. Ningún otro mamífero, reptil o ave tiene tanta variación en los rasgos faciales.
Esto es especialmente sorprendente dado que el Homo Sapiens es una especie relativamente joven. Es decir, los seres humanos tenemos un grado mucho menor de diversidad genética entre nosotros que muchas otras especies. Y sin embargo, nuestras caras muestran una impresionante heterogeneidad.

Además, cada grupo étnico tiene una diversidad genética aún menor que la población en general, aún así, la amplia gama de formas y rasgos faciales se mantiene dentro de razas y etnias específicas.
Por otra parte, como un nuevo estudio deja claro, los seres humanos varían en su estructura facial más que en cualquier otra característica física. Este sorprendente grado de diversidad en una característica física, a pesar de la baja diversidad genética, es inesperado y, por tanto, merece una explicación.

La cara es uno de los primeros medios por los cuales los bebés humanos se comunican. Ellos pueden hacer una importante variedad de expresiones faciales, incluso antes de nacer. Los adultos, e incluso los niños, pueden reconocer e interpretar fácilmente estas expresiones sin necesidad de una curva de aprendizaje. Aún más interesante, los bebés comienzan a responder a las expresiones faciales muy temprano en su desarrollo. La cara es el medio por el cual recibimos y enviamos la comunicación mucho antes que las palabras.

Existen más de 40 músculos en la cara humana. Hay incluso alguna diversidad en ese número, algunas personas tienen un par más, o un par menos. La mayoría de los músculos faciales son bastante extraños si tomamos en cuenta los músculos del resto del cuerpo. Ya que la mayoría de los músculos esqueléticos se adhieren a dos huesos diferentes en ambos extremos. No es así con los músculos faciales. Éstos se adhieren al cráneo por un lado y a los tejidos blandos en el otro extremo.
Esto significa que la mayoría de los músculos faciales no se mueven de igual forma que los otros músculos. Lo que hacen es comprimir, torcer y tirar el tejido de la cara en varias formas. No hay otro lugar en el cuerpo que tenga músculos que actúen así.

Los mamíferos son únicos que tienen músculos para expresiones faciales, mientras que los pájaros, reptiles y peces son inexpresivos en sus caras. El propósito original de estos músculos faciales es realizar una función exclusiva de los mamíferos: la succión. Sólo los mamíferos pueden fruncir sus rostros para aplicar un vacío de presión negativa, una destreza que se desarrolló con la evolución de la producción de leche. De hecho, la palabra "mamífero" proviene de la misma raíz latina que "mamaria", es decir, mama.

Sin embargo, la mayoría de los mamíferos tienen un pequeño número de músculos faciales y sólo pueden hacer algunas expresiones rudimentarias. Fueron los primeros primates quienes llevaron las cosas a un nivel superior, y sólo nuestros primos los monos tienen una casi tan rica variedad de expresiones faciales como nosotros.

Esta impresionante variedad de expresiones, formas y estructuras faciales establecieron una característica fundamental en los seres humanos: la habilidad innata para reconocer patrones.
Dicha habilidad en el reconocimiento de patrones se manifiesta de muchas maneras, pero tal vez la principal sea nuestra capacidad de reconocer rostros y expresiones faciales. Esta habilidad surge muy temprano durante el desarrollo del niño y no requiere ser aprendida. Es decir, esta capacidad está genéticamente programada y es el resultado de la selección natural.


¿Cuál es el beneficio biológico del reconocimiento facial?

Para las expresiones faciales, esto es bastante obvio. Las expresiones son una forma de comunicación y los animales que viven en comunidad se benefician de medios claros de comunicación. Tan desarrollada es nuestra capacidad de reconocer e interpretar las caras que las vemos incluso cuando no están allí, e incluso les atribuimos estados emocionales a caras que vemos a nuestro alrededor.

Nuestra capacidad en el reconocimiento facial junto con la increíble diversidad de rostros humanos coloca a las caras en el centro de las interacciones sociales humanas. Más que cualquier otra especie, los seres humanos miran el rostro del otro, especialmente cuando estamos comunicándonos. Podemos observar fácilmente que ningún otro animal presta tanta atención a las caras como nosotros.

Con esto en mente, comienza a tener sentido por qué los seres humanos han desarrollado una impresionante diversidad de rasgos faciales. Nuestros rostros eran claves para nuestra individualidad, comunicación y conexión con otras personas. O sea, nuestros rostros eran, y siguen siendo, un aspecto central de nuestra sociabilidad. Aunque casi todos los mamíferos tienen interacciones sociales complejas y jerarquías estratificadas, en este sentido, los seres humanos superan por mucho a las demás especies.

Por tanto, la evolución ha favorecido explícitamente la diversidad en las caras humanas, porque una amplia gama de rostros hace más fácil discriminar a un amigo de un enemigo, a una madre de un extraño o a un hermano de un rival. Muchos otros mamíferos logran este tipo de personalización a través del olfato. Pero nuestro sentido olfativo no está tan desarrollado como en otras especies. Lo que otros animales hacen con sus narices y olfatos únicos, nosotros lo hacemos con nuestros ojos y caras únicas.


Referencia:
https://www.nature.com/articles/ncomms5800



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